En un sueño de palabras...

Isis de los mil nombres

30 ago 2007

La diosa de los mil nombres fue la más grande de las deidades del Helenismo.
Se le llegó a identificar prácticamente con todas las diosas alumbradas por el fértil Mediterráneo.
También llegó a ser todas las mujeres.
A cargo de Isis estaba la civilización, que era también su don supremo. Se le llamaba Señora de Todo, la Omnividente, la Todopoderosa, la Reina del Mundo Habitado, Estrella de Mar, Diadema de la Vida, Salvadora, Gracia, Belleza, Fortuna, Verdad, Sabiduría y Amor.

Coronada con la luna en cuarto creciente, sus sienes ceñidas con una diadema de lotos azules y en sus brazos el niño dios Horus, todavía algunas de sus estatuas se identifican con la Virgen María de los cristianos.

Su verdadera imagen

La conocían sus fieles solamente en noviembre, cuando era paseada en procesión por sus sacerdotes de negra estola. Cubierta de joyas y suntuosamente ataviada, la verdadera imagen de Isis salía a vivir el recurrente drama de la pasión de Osiris...

Osiris, el joven dios muere a manos del artero Tifón. La joven Isis peregrina por el mundo en busca de su cadáver despedazado...
Más tarde y siempre puntual, ocurre su resurrección gloriosa. Isis deja de llorar.
En primavera, una suntuosa procesión se orquestaba para botar al agua la embarcación simbólica de la diosa... Quienes participaban en ella debín pasar por la muerte ritual para gustar plenamente la sagrada copa de la vida.


El símbolo de la vida


La diosa de la vida lleva en su mano su propio símbolo. Cuando no lo lleva, es su mano -sus manos- las que lo dibujan en el aire. El ANJ que porta Isis es un espejo de cobre, considerado como el metal del cielo que captura la luz.
Es también una correa de sandalia, vista desde arriba, porque los antiguos egipcios pensaban que la vida era el poder de retener la luz del origen y de dar camino a los pies. Elaboraciones esotéricas posteriores lo identificarán con el símbolo del cobre, el metal de la diosa del amor, Ciprina. Curva y cruz que misteriosamente –mistéricamente- se constituirán en la planta y paradigma de la catedral gótica ese templo de la Madre, la Madre misma.


La diosa amiga
Isis se convirtió en un fenómeno que no se había dado en el Mediterráneo: la diosa de la mujer. La deidad de ojos de lechuza, Atenea, había sido exlusivamente diosa del hombre, del guerrero, de la ciudad. Artemisa era fría como la Luna. Pero Isis había sido esposa y madre, había sufrido, sabía comprender.


El himno de Ios
Yo soy Isis.
Soy aquella a quien las mujeres llaman diosa.
Ordeno que las mujeres sean amadas por los hombres.
Yo uní a la esposa con el esposo e inventé el matrimonio.
Yo ordené que las mujeres parieran hijos y que los hijos amaran a sus padres...


Nuestra Señora
Cuando todo terminó y los dioses como Zeus, Apolo y el helenístico Serapis fueron desterrados, sólo sobrevivió Isis, la diosa de los mil nombres, bajo otro culto universal: el de la Virgen María. Sus devotos pasaron de sus brazos a los brazos de la Madre Cristiana. Sus estatuas fueron respetadas y muchas de ellas sirvieron para representar a la Madre de Cristo. Aún ahora, cuando los fieles desgranan las palabras de la Letanía Lauretana, los nombres de Isis se enredan con el incienso y se hacen barcos de fe. Reina del Cielo, Arca de la Alianza, Diadema de la Vida, Estrella del Mar, Nuestra Señora...

Reseña de Tigres de la otra noche


Tigres de la otra noche
María García Esperón
Ilustraciones:A.Magallanes. FCE, 2007. xx páginas. 9’5e. (A partir de 8 años)


La relación entre la imagen metafórica y la imagen visual ha sido motivo de indagación para poetas que van de Apollinaire a Brossa, de Huidobro a Giménez Caballero. Si bien es cierto que estas tendencias no han gozado de la continuidad y trascendencia que algunos de sus creadores pronosticó, merecerían cierta atención desprejuiciada las propuestas que en la poesía para niños y jóvenes se han venido publicando. Y es que entre los libros destinados a los pequeños hallamos a autores que experimentan con las posibilidades gráficas que brinda el caligrama, con los sentidos inéditos que se articulan cuando un verso y una ilustración se integran en una relación de tensión e, incluso, con la apropiación de un poema preexistente que gracias al aporte del ilustrador adquiere un nuevo significado.

El vínculo entre palabra e imagen no constituye en el caso de la poesía infantil un componente decorativo. Consciente de que su valor trasciende cualquier mediación didáctica, no podemos negar el hecho de que al unir texto e imagen estamos facilitando el acceso de los niños a este género. Así, la poesía ilustrada es un medio adecuado para mantener continuidad entre ese primer estadio y el siguiente, pues aporta un sentido más próximo al chaval sin desmontar el componente metafórico, ni delimitar posibles interpretaciones. Ejemplos de este tipo de libros son Chamario de Eduardo Polo (seudónimo de Eugenio Montejo) y Arnal Ballester (Ekaré), Colores con Brisa de Carlos Pellicer padre e hijo (FCE), Un pajarillo canta de Yánez y Pellicer (FCE) o El libro de las preguntas de Neruda e Isidro Ferrer (Media Vaca).

Tigres de la otra noche es un logrado y atractivo poemario visual. Tiene una peculiaridad: si separamos los poemas y las imágenes, ambas pierden la fuerza y el sentido que consiguen como unidad. María García Esperón enhebra unos poemas breves en un todo que concilia la voz infantil y la adulta, en el que integra su poder evocador con el manejo de referencias y en el que zurce un hilo narrativo sólido y coherente. Alejandro Magallanes redimensiona los poemas, explota con elegancia su perfil lúdico y es el responsable último de la delicadeza y cercanía de esta edición. Maravilla cómo integra el uso de materiales orgánicos y la pintura, explora con inteligencia un lenguaje metafórico que dista mucho de su trabajo como cartelista y de las ilustraciones que realizó para En Cejunta y Gamud de Fernández Molina (Media Vaca) y, sobre todo, se maneja en un registro capaz de conquistar al lector infantil sin caer en recursos manidos ni simplificadores. En definitiva, una obra que trasluce una cuidada y pensada confección recomendada especialmente para alimentar a niños sensibles.

Gustavo PUERTA LEISSE
Fuente: El Cultural

Miro mirar

29 ago 2007

Miro mirar a los niños una película o la televisión.
Miro mirar a un niño de 12 años cuando lee El último lobo de Mino Milani.
Miro mirar a una niña de 11 cuando le narro el argumento del Tenorio de Zorrilla.
Las miradas son distintas. El que mira lo hecho -la película, la serie, el videojuego- anima sus facciones en un divertimento relajado. El que mira palabras escuchadas es el primer habitante de mundos de ardiente frescura, de inagotable originalidad.
Hoy, por e-casualidad, me encontré esta increíble obra de arte de un joven lector colombiano. Oyó palabras. Apresó un pensamiento y un deseo. Hizo inmortal a alguien que se encontró en las páginas de Querida Alejandría:

Drowned Despair, by Kal-Tei

Reseña de Querida Alejandría

25 ago 2007

Artículos en torno al mundo de Querida Alejandría, en el siguiente enlace:

Una historia del siglo I a.C. para el siglo XXI


Por: Víctor Manuel Torres
03/06/2007


Yo también soy Cleopatra

Título: Querida Alejandría
Autora: María García Esperón
Editorial: Norma
Colección: Zona Libre
México, 2007
145 pp.


1 Galardonada con el Premio Norma Fundalectura 2007 —que año con año reconoce a la mejor obra de literatura infantil y juvenil en América Latina—, esta novela de María García Esperón es en realidad, como todas las cartas, un puente.


Presentada en forma de una extensa misiva, Querida Alejandría es el testimonio vivaz —a veces feliz, casi siempre melancólico— de una niña de catorce años, atrapada en circunstancias cuya resolución escapa a su joven arbitrio.


Este testimonio establece un lazo poderoso entre quien lo escribe, Cleopatra Selene —hija de la más famosa de las reinas egipcias, Cleopatra Séptima, y de Marco Antonio , el aguerrido general romano— con Alejandría, ciudad insignia del mítico Alejandro el Grande.


La joven dirige sus palabras a este pueblo, no sólo por el profundo amor que siente por él, sino también por un discreto e inconsciente deseo de trascendencia.
Lo que resulta es una espléndida y solvente narración ficticia, pero habitada por hechos históricos verdaderos, que brinda la singular perspectiva de la protagonista: una niña atribulada por su condición de reina-esclava, en brazos de Roma.


Sin duda, el mayor mérito de la autora de esta luminosa novela se encuentra en la técnica narrativa que utiliza: nunca pierde ese tono íntimo y sagrado que guardan las relaciones estrechadas por el cruce de cartas entre personas que se prodigan afectos y secretos.


Sin embargo, esta obra también detenta otro mérito importante: rescatar del olvido a un personaje —Cleopatra Selene— que, como su nombre lo indica, reflejó como una luna la luz de su pueblo exactamente como Selene refleja la luz del sol, conjurando de esta manera las sombras que habitan la noche de los tiempos.

Fuente: Columna En el Buró. Periódico Nuevo Excelsior

La tumba de Cleopatra Séptima


En busca de las reinas perdidas
Por Jacinto Antón
Los avances tecnológicos están transformando el trabajo del arqueólogo. Entre los puntos calientes del planeta para estos aventureros pacientes se encuentran Egipto, China, Centroamérica y Suramérica. Tumbas de reinas, guerreros y ruinas de antiguas ciudades. Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra marcan especialmente el momento actual en la arqueología en Egipto.
La arqueología en Egipto es trabajo minucioso, sudor, paciencia y atención a los detalles aparentemente más nimios. Sin embargo, también está hecha de oro, leyenda, suerte y extraordinarios hallazgos. Miles de profesionales, egipcios y de muchos otros países, entre ellos el nuestro, trabajan sobre el terreno en el país del Nilo y en los laboratorios, museos y bibliotecas de todo el mundo para ir desovillando la enrevesada madeja de la gran civilización faraónica. Su labor abarca todo el espectro de la vida en el antiguo Egipto, incluidos los aspectos más humildes, y en numerosos terrenos se están haciendo descubrimientos de importancia. No obstante, el estimulante momento presente lo marcan de manera especial tres reinas, y tres de las más grandes, tres auténticos iconos: Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra (por orden de antigüedad). Las tres han sido -y parece que lo seguirían siendo- noticia en los últimos tiempos, y con sus nombres insignes, como lo hizo y no ha dejado de hacerlo The golden boy, el chico de oro, Tutankamón, arrastran la mirada del público hacia Egipto con su soberano brillo.

A las tres reinas perdidas, pues de ninguna teníamos el cuerpo, la poderosa gran faraona Hatshepsut (que vivió hace unos 3.500 años), la bella esposa del faraón hereje Nefertiti (hace unos 2.300 años) y la seductora e intrigante Cleopatra (la más jovencita: 2.050 años) se las ha buscado insistentemente desde la infancia de la egiptología. La actual conjunción de sus nombres se debe a que una al menos parece haber sido por fin hallada, Hatshepsut, algunos creen que también otra, Nefertiti, y hay pistas que conducen a creer que Cleopatra -la más perdida de todas, y valga la polisemia- está asimismo a tiro.

La momia de Hatshepsut fue presentada por todo lo alto el pasado junio por el ínclito gran responsable de las antigüedades faraónicas de Egipto, Zahi Hawass, omnipresente en cualquier actividad arqueológica en su país y cuyo nombre está vinculado también a la pesquisa sobre las otras dos reinas. El hallazgo no se produjo en un contexto de tumba perdida, pico y pala sino en los almacenes del viejo Museo Egipcio de El Cairo, en cuyas no menos polvorientas reservas seguramente hay más para excavar que en algunas necrópolis. El descubrimiento de la momia de Hatshepsut es de hecho una reidentificación. Esto puede sorprender, pero está sucediendo cada vez más a menudo, a medida que la panoplia científica ofrece más y mejores medios de análisis -como la tomografía computarizada, que desenvuelve virtualmente las momias- , que los materiales de la antigüedad (con todo el respeto para los restos de la reina) son reconsiderados y recalificados, con grandes sorpresas.

La que ha sido identificada como Hatshepsut -ya algunos estudiosos habían adelantado tal posibilidad- era hasta ahora la momia anónima, aunque con el brazo izquierdo doblado sobre el pecho, como solía enterrarse a las reinas, de una mujer anciana y gorda hallada por Carter en una pequeña tumba sin inscripciones (KV 60) del Valle de los Reyes en 1903. Junto a esa momia había otra: la de la nodriza de la propia Hatshepsut, Sitre In. Las recientes imágenes de la rutilante presentación pública de la momia de la reina la han mostrado calva, pero había tenido el pelo largo, que apareció suelto debajo de la cabeza cuando se encontró el cuerpo a principios de siglo. La clave definitiva en la identificación, de tintes policiaco-forenses, ha sido un fragmento de muela hallado en una caja con el sello de Hatshepsut que contenía otros restos de la reina, como el hígado momificado. Dicho fragmento molar encaja, por lo visto, en la boca de la ajada soberana (uno intenta imaginar a Hawass abriéndole la boca a la momia y se le antoja una escena gótica de la Hammer).

¿Tenemos pues ya a la gran mujer, quizá la más poderosa de la antigüedad, que reinó como faraón con atavío masculino, hizo la guerra, edificó el templo de Deir el Bahari, renovó cultos y disponía de guepardos como mascotas? (véase la formidable biografía de Christine Desroches Noblecourt Hatshepsut, la reina misteriosa, Edhasa, 2004). Sí, se puede decir que tenemos otra momia real identificada, señala el británico Barry Kemp, uno de los más prestigiosos egiptólogos del mundo, autor del canónico El antiguo Egipto (Crítica, 2005). En estos casos nunca estás absolutamente seguro, al ciento por ciento, resulta muy difícil, pero la de Hatshepsut es una identificación más segura, incluso, que la de otras momias reales. Kemp, que señala la dificultad de obtener ADN de los cuerpos embalsamados, que suele estar muy contaminado, recuerda que la peripecia de esas momias de la realeza, con saqueos de sus tumbas, traslados a lo largo de los siglos por los sacerdotes para su preservación, revendado y reaprovechamiento de sarcófagos, ha convertido en un verdadero juego de pistas, enrevesado pero apasionante, la identificación.

El caso de la supuesta momia
de Nefertiti es parecido al de la de Hatshepsut, aunque mucho más discutible. La que la estudiosa británica Joann Fletcher asegura desde 2003 que es la gran esposa de Akenatón -véase su libro El enigma de Nefertiti, Crítica, 2005- es una momia que también había sido descubierta anteriormente, en 1898, en la tumba de Amenofis II en el Valle de los Reyes (KV 35). Esa tumba fue convertida en la antigüedad en un escondite de momias de la realeza rescatadas de sus propios sepulcros. Había una docena de reyes y en una pequeña cámara -donde siguen depositadas- aparecieron tres momias anónimas y desnudas, una de las cuales, con la que se habían ensañado los saqueadores, Fletcher considera, basándose en diversas pruebas bastante circunstanciales, que es la de Nefertiti.

No estoy convencido, dice al respecto Kemp, pero la investigación es muy interesante; hay que seguir haciendo pruebas, de momento, considerar que se trata de Nefertiti es un acto de fe. Kemp recuerda al respecto que en Egipto hay muchísimas reinas y princesas que no han sido halladas y que son candidatas potenciales a ese cuerpo.

Hawass se puso furioso con la identificación lanzada a bombo y platillo por Fletcher, que considera errónea. De hecho, varios estudiosos opinan que la tumba de Nefertiti está aún por encontrar. La reina -cuyo famoso busto policromado es también noticia por la nueva reclamación de Egipto para que Alemania lo devuelva- es un personaje clave de la época de Amarna, una de las más convulsas y trascendentales de la historia de Egipto. El hallazgo de su cuerpo podría arrojar luz sobre su desaparición repentina de la historia, uno de los grandes enigmas del Antiguo Egipto. ¿Fue repudiada Nefertiti por Akenatón? ¿Murió alejada del poder? ¿O subió ella misma al trono bajo el nombre de Smenkere, el sucesor de su marido? Simplemente no lo sabemos, no hay datos, reflexiona Kemp. Personalmente, soy escéptico con la teoría de que se convirtió en faraón.

De la tercera reina, Cleopatra, el propio Hawass ha anunciado que cree haber encontrado la tumba en la que fueron depositados ella y Marco Antonio, en el área del templo de Taposiris Magna, en el delta, a 45 kilómetros al oeste de Alejandría, aunque el acceso es complicado porque está inundada. Una moneda y una estatua probarían que se trata del sepulcro de la más célebre soberana de Egipto. Las investigaciones se reanudarán en octubre, hasta entonces sólo queda confiar en el olfato de Hawass para las momias, que es mucho.

Taposiris Magna es la actual
Abusir, junto al lago Mareotis. Las ruinas de la antigua ciudad, que incluyen el templo de Osiris, cubren más de un kilómetro cuadrado y están casi completamente por excavar. La localización que propone Hawass parece un poco lejana, pues la tradición quiere que el Mnema, la tumba de Cleopatra, esté en la misma Alejandría, al norte, en la zona de los palacios y el viejo Mouseion en la que se encontraban las tumbas de los demás Ptolomeos -y posiblemente también el Sema (o Soma, el Cuerpo), la perdida tumba de Alejandro Magno. Encontrar la momia de Cleopatra, algo con lo que de momento sólo podemos soñar, serviría para arrojar luz sobre el enigma de su muerte (la leyenda del áspid), por no hablar de su nariz.

Es un momento interesante, con esas tres reinas, recapitula Kemp. Pero, advierte, hay que recordar que ellas sólo formaban parte del pequeño grupo que dirigía Egipto. Yo trato de entender cómo funcionaba la vida cotidiana y eso no se encuentra en las necrópolis reales y en las momias de los soberanos, aunque sean las cosas que más despiertan el interés del público.


NOVEDADES
La revolución de la arqueología. Ian Morris. Edhasa, 2007.

Descubriendo la tumba de Tutankhamon.

Howard Carter.

J. J. Olañeta, 2007.

La casa de las águilas. Un ejemplar de la arquitectura religiosa en Tenochtitlán. Leonardo López Luján. Fondo de Cultura Económica, 2007.

La fotografía en la arqueología española. Susana González Reyero. Real Academia de la Historia, 2006.

Villa de los Misterios de Pompeya. Linda Fierz-David. Atalanta, 2007.

Los templos griegos. Tony Spawforth. Akal, 2007.

Léxico de arqueología. Gonzalo Águila Escobar. Universidad de Granada, 2007.

Perú Antiguo. María Longhena. Folio, 2007.

La necrópolis de Medellín I. Martín Almagro-Gorbea. Real Academia de la Historia.


Fuente: Babelia de El País / MÉXICO
Sábado, 25 de agosto de 2007

Atenea que lleva la Égida

20 ago 2007


Por etimología popular -pero la voz del pueblo es la vox Dei- égida se asimila a aix, cabra.
Es la Égida en algún mito la piel de la cabra Amaltea, que con su leche generosa amamantó al infante Zeus. Su cuerno se convirtió en el de la abundancia.
La Égida se ha definido también como un arma psicológica. El tonante Zeus la lleva y solamente le concede su uso a la hija nacida de su cabeza: la virgen Tritogenia, Atenea.
Homero habla en la Iliada de la Égida y la describe como un auténtico tesoro. Proporciones descomunales, borlas de oro pendiendo de la piel. La Égida envolvió alguna vez el Paladión,doble de la doncella de doble nombre, Palas Atenea, otra estructura de poder, quizá piedra del cielo lanzada por el padre Zeus y recogida en algún momento de la fundación de la ventosa Ilión, la Troya hija de Dárdano y nieta de Escamandro.
En torno a la búsqueda de la Égida se urde la aventura de El Disco de Troya.

El Disco de Troya

18 ago 2007


Un esquemático disco de arcilla encontrado por el arqueólogo Dörpfeld en las ruinas de Troya, que descubrí cuando hacía la investigación para El Disco del Cielo aportó los caminos para esta novela.

La figura más llamativa del también llamado Cuadrante de Dardania es un ciervo, un imponente aunque esquemático astado que es una de las representaciones del milenario dios con cuernos: toro, ciervo, carnero, emblema de las estaciones, Apis, Zeus Amón, Minotauro, Pan o remoto hombre chamán de las cuevas, recubierto con la piel del ciervo.
En la superposición de cultos y creencias, en la dialéctica de las dominaciones, los cuernos de la deidad suprema se convirtieron en el atributo icónico del Mal. Rastrear su huella es el reto que enfrentan personajes y lectores de El Disco de Troya.

El Disco del Cielo y Nut


Publicada en 2006, El Disco del Cielo no involucra en su portada el Disco de Nebra por cuestiones de derecho de imagen. Éste pertenece a Sajonia Anhalt.
Así que opté por poner a Nut, la representación egipcia del cielo, que además de ser extraordinariamente compleja, anuncia a los lectores que el viaje iniciado en Alemania a propósito del Disco de Nebra culminará en Egipto. Hasta ahí nos llevará la búsqueda de sentidos.
Nu es el océano celeste, el agua atravesada por la barca solar.
Nut es su principio femenino: arquea su cuerpo sobre la tierra que toca con los dedos de pies y manos. Su cuerpo está sembrado de estrellas, pues representa el cielo. Shu, su hijo, el dios del aire, la sujeta y la mantiene separada de Seb, dios de la tierra y marido de Nut.
Existen infinidad de versiones plásticas del complejo Nut-Shu-Seb que a veces incluyen la barca solar.
En la que aquí vemos, que es la del papiro Nisti-ta-Nebet-Taui del Museo del Cairo, sobre la cabeza de Shu se ve el signo del horizonte, tan parecido a los cuernos de consagración minoicos y que es uno de los hilos que conducen de El Disco del Tiempo a El Disco del Cielo... y posteriormente a El Disco de Troya.

El Disco del Tiempo y las Pléyades

17 ago 2007
Uno de los signos más fácilmente reconocibles del disco de Festos es la agrupación de las Pléyades.

Si bien en la novela publicada por Ediciones SM y Conaculta en 2004 (ya va en la tercera reimpresión) me incliné por relacionar los 7 puntos con los 7 planetas, en El Disco del Cielo los personajes se deciden por identificar el signo con las Pléyades, las 7 hermanas hijas de Atlas y de Pleione que marcan los ciclos de la agricultura y que aparecen también en el Disco de Nebra.
La disposición no es idéntica, pero se parece mucho.
La interpretación de Emilia Pasztor (An interpretation of the disc of Nebra) no hace referencia al signo del disco de Festos, pero no tiene objeción en identificar el claustro de 7 puntos del disco de Nebra con las Pléyades.



El Disco del Cielo


La académica húngara Emilia Pasztor (Matrica Museum, HU 2440

Szashalombatta, Hungary) ha publicado en coautoría con Curt Roslund, del Departamento de Astronomía de la Universidad de Gothenburg, Suecia, un interesantísimo ensayo en torno al Disco de Nebra (An interpretation of the Nebra disc. Antiquity Journal. U.K. June 2007).

Tuvo la gentileza de enviármelo y yo la enorme satisfacción de constatar que tanto la académica Pasztor como quien esto escribe se decantan por atribuirle al disco una función chamánica:

"Mounted on a shield or standard, it may have participated in a ceremony for a man of rank and position in society, or as a ritual objet empowdered with supernatural forces by portraying shamanistic symbols of the Upper World".

En mi novela "El Disco del Cielo", es Selek, el patriarca de Nebra quien maneja el disco como ese objeto ritual impregnado de fuerzas sobrenaturales que describe Emilia Pasztor. Las estrellas, el creciente y la luna llena se describen también como símbolos chamánicos del Mundo Superior.

Tigres de la otra noche en SOL

16 ago 2007

El Servicio de Orientación de Lectura Infantil y Juvenil (SOL)

es una organización española que ha implementado diversas estrategias para la promoción de la lectura y una de ellas es su bien estructurada web, a través de la cual dan a conocer y recomiendan obras de LIJ.

"Tigres de la otra noche" ha sido incluido en la categoría de 9 a 11 años. Vale la pena darse una vuelta por la web de SOL y además de saludar a los tigres interactuar con autores, ilustradores, personajes y otros lectores. Aquí: http://www.sol-e.com/

Altamente recomendado por Fundalectura

1 ago 2007

En Colombia, Fundalectura (Fundación para el Fomento de la Lectura) ha publicado su lista de libros altamente recomendados 2007.
Es un gran honor que "Querida Alejandría" haya sido incluida. Se dirige a lectores a partir de 12 años.

"Esta selección de libros sobresalientes es producto del minucioso proceso de lectura y análisis conjunto de cada título en los comités de evaluación de Fundalectura. Los evaluadores han tenido en cuenta criterios de calidad de contenido, la ilustración, la edición, diseño e impresión de las obras".

La lista completa, aquí: http://http//www.fundalectura.org/archivos/altamente2007.pdf
Carmen Barvo, segunda en la foto, es la Directora de Fundalectura.

Alejandría en el Palacio de Hierro


Los alejandrinos del primer siglo antes de nuestra era se hubieran sentido en su ambiente esa tarde lluviosa del 30 de junio de 2007 en que la Librería Porrúa y Editorial Norma presentaron mi novela “Querida Alejandría”. A los alejandrinos les gustaba detenerse a hablar de literatura, filosofía y cosmología mientras revisaban el entramado de alguna fina tela en el mercado o sopesaban la calidad de un rollo de papiro.

De papiros y de libros, de bibliotecas y sueños conversamos esa tarde. La presentación fue organizada espléndidamente por Columba Domínguez y Tere Bernal, de Librería Porrúa y corrió a cargo de Gloria Silvia Pérez del Valle, presidenta de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría y de Lorenza Estandía, editora de Literatura Infantil y Juvenil de Norma. El personal del Palacio de Hierro armó un escenario espectacular en el que los libros lucían como joyas: la portada granate del libro atraía a los numerosos clientes de la tienda, quienes casi sin darse cuenta se encontraban subidos en la alfombra mágica de la palabra y la evocación de la perdida Alejandría.

Alejandría encontrada en el diálogo entablado, en las referencias a Cleopatra y Antonio, a la Historia, la Arqueología y la Memoria. Asombro de poder participar, a través de la palabra, en los acontecimientos del pasado, en recrearlos y darles sentido. Considerar el destino de la protagonista de la novela, Cleopatra Selene, como el de alguien muy próximo y entrañable, como la niña que al escribirle a su ciudad perdida convierte a los lectores en sus confidentes.

Presentadores y público tomamos el tono de la confidencia, de la confianza y nos vimos sentados y parados en semicírculo, a la manera de un teatro alejandrino, respirando las brisas de la imaginación y tendiendo entre nosotros esos lazos de amistad y de conocimiento profundo que disfrutan quienes han leído, comentado y enriquecido el mismo libro.

Querida Alejandría en la Profesa










El 31 de mayo de 2007, gracias al entusiasmo de Gloria Silvia Pérez del Valle, Presidenta de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría, presentamos en la Pinacoteca de la Profesa "Querida Alejandría". Lo que sigue son los fragmentos finales de lo que se dijo en una velada llena de emociones y esperanzas:

Podría estar hablando mil noches y una... pero tal vez lo que más quiero resaltar en esta oportunidad inolvidable que me brindan ustedes, son dos procesos y un entusiasmo:
Uno, el de edición y publicación de “Querida Alejandría”. Con Cristina Puerta, de Editorial Norma, María Cristina Rincón de Fundalectura en Colombia y Lorenza Estandía de Norma México y con un huracán llamado Gloria Silvia Pérez, presidenta de AABA... tuve la oportunidad de vivir la maravillosa experiencia de sacar a la luz un libro.
Un libro.
No unas hojas con pasta y pegamento, sino un libro. Esa entidad salida de la psique que es como el genio en la botella: sólo sale para quien sabe abrirlo. Y quien sabe abrirlo –escribirlo o leerlo, es igual- sueña y respira hondo, a pleno pulmón poético porque encuentra la juventud de las imágenes del mundo.
El otro proceso lo acabo de vivir y aconteció en Colombia. En la Feria del Libro de Bogotá y en los colegios que visité encontré un entusiasmo insólito para mi experiencia como escritora de literatura juvenil: niños de todas las edades, maestros y maestras vibrando con este libro que no es más que una ventana de memoria, un atajadero para mirar el tiempo y descubrir lo que Borges llamó “el oro de los tigres”: Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores del mito y de la épica... Lo que vi en Colombia fue el mundo clásico clavando su dardo de belleza infinita –y transfigurándolos- en los niños y jóvenes del siglo 21, sí, los del celular y el ipod, los de Internet y los videojuegos.

El entusiasmo con el que termino es el de la AABA. Su entusiasmo por un país milenario y eterno representado en México por el Excmo. Embajador Aly Houssam El Din El Hefny, quien con una generosidad extraordinaria y una vocación vigorosa de diálogo cultural manifestó su interés por traducir esta novela a la hermosa lengua árabe. Lengua sobre lengua, letras sobre letras, culturas abrazadas que no pueden sino estremecer. ¿No fue la antigua Alejandría la ciudad de las cien lenguas? ¿No descendemos nosotros, latinoamericanos, del Islam andaluz que comentó a Aristóteles? ¿Nuestras fuentes, nuestros patios, tantas nuestras palabras –las laboriosas y aromadas con jazmines- no son la nostalgia de Al Andalus? Y del otro lado del mundo, Jaime Nualart, embajador de México en Egipto, nos dio la satisfacción de recibir la novela –llevada por Gloria Silvia Pérez- con un orgullo y emoción profunda que aún nos tienen temblando.

Con Cristina, María Cristina, Lorenza, Gloria, el alma de Colombia y el entusiasmo de Egipto he vivido meses de maravilla en los que este libro se hizo hermoso, se hizo grande y bienaventurado gracias a ellos. Lo soñamos y lo respiramos hondo en un vaivén que parecía un cante de ida y vuelta y que dio como resultado lo que no han podido hacer los arqueólogos con la tecnología del siglo XXI, traer al presente, trémula de vida, como recién salida de las manos del sueño, a nuestra Querida Alejandría.

Querida Alejandría en la Feria de Bogotá


El 20 de abril de 2007, en la Sala León de Greiff del complejo de Corferias fue presentada la novela "Querida Alejandría", Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma Fundalectura 2007, durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Una presentación particularmente intensa y llena de emociones que compartí con Cristina Puerta Duviau, la editora de Norma, María Cristina Rincón y Carmen Barvo, de Fundalectura.