En un sueño de palabras...

El Códice del Ángel: un obispo español con piel azteca

11 dic 2008



Manuel García Estrada, Presidente de la Asociación de Creadores para el Desarrollo Social A.C., ha tenido la amabilidad de enviarme fotos e información del hallazgo arqueológico que seguramente nos hará volver los ojos a la riqueza de nuestra tradición, a la nobleza de nuestras raíces, al compromiso que tenemos con el pasado para rescatar nuestro presente.

Don Manuel García Sánchez nació en Cosolapa, Oaxaca. Estudió Medicina en la UNAM. Desde 1958 comenzó con su afición por la arqueología y la espeleología en Oaxaca, Veracruz y Puebla. Reunió una colección de 800 piezas de las culturas olmeca, totonaca, mixteca, zapoteca, náhuatl y maya, colección que generosamente donó al Instituto Nacional de Antropología e Historia para que tanto los mexicanos como extranjeros amantes de las antiguas culturas de Mesoamérica pudieran disfrutar de su pasión y de sus hallazgos.

Colecciona libros y documentos antiguos de los siglos XVI, XVII y XVIII y, al lado de su esposa, han sido elegidos por esa "escultura códice" que compraron en un mercado en la Plaza del Ángel de la Zona Rosa y que los hizo depositarios de una pieza arqueológica única, sincrética, simbólica: un obispo español cuya piel es un códice azteca.

Copio parte del boletín de prensa que fue dado a conocer a los medios en las instalaciones de 17, Instituto de Estudios Críticos, por la Asociación de Creadores para el Desarrollo Social y con el apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia:

El “Códice del Ángel” se encontró adherido a una escultura católica en madera y se ha definido su origen como náhuatl y se presume que fue creado en el siglo XVI alrededor del año 1550; está realizado –hasta donde se sabe- en papel amate o fibra de maguey y es considerada pieza única al tener por precedente que los códices hallados en cristos de caña o esculturas se encontraron dentro del objeto de culto no envolviéndolas.

Actualmente la escultura y el códice han sido ya registrados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y comenzarán sus procesos de restauración que en unos 18 a 24 meses mostrarán a todos la valiosa información ahí plasmada.